El ordenamiento jurídico, aunque tenga anclajes sólidos que se mantienen desde hace décadas (cuando no siglos, directamente), se mantiene en constante transformación, reciclaje y ampliación. Está, literalmente a través de la práctica de toda la sociedad y todas nuestras interacciones, vivo.
Nos tenéis a nosotros, para ayudaros, y no estáis ni solos ni solas.
Se trata de la rama del ordenamiento jurídico con la que la mayoría de nosotros tiene más relación: contratos de compraventa, alquileres, cuando buscamos compañías de seguro, cuando demandamos por daños que hemos padecido por alguna negligencia profesional, cuestiones de derecho de familia, etc.
La gran amplitud de esta rama exige, en consecuencia, conocer bien las bases teóricas y la casuística para dotar al asesoramiento de la solidez necesarias para dar una respuesta adecuada.
La relevancia de las actividades comerciales y profesionales provocó que se desgajara parcialmente lo que, en el fondo, son también cuestiones civiles. Las características propias de los negocios -tipología de contratos, operaciones de las sociedades, su fallida, etc.- provocó que una especialización en materia mercantil fuera necesaria para adaptarse a las nuevas realidades jurídicas.
El derecho penal se ocupa de los distintos delitos contemplados en nuestro ordenamiento, pero las complejas relaciones que vemos en otras ramas del ordenamiento terminan desembocando en una complejidad también del derecho penal. La existencia de, cada vez, más delitos y de la producción constante de reformas legislativas, así como la necesidad de tener conocimiento sobre el tratamiento penitenciario exigen una especialización en esta rama jurídica.